Barrios Altos vive uno de sus momentos más oscuros. Los vecinos no tienen luz eléctrica ni agua potable y el fuego que empezó el lunes tres, sigue causando estragos. Hay miedo y zozobra.

Escribe Lucero Rojas
A esta ahora, cerca de las siete de la noche, desde una de las esquinas de la Plaza Italia de Barrios Altos puedo ver a varios vecinos desesperados porque no tienen el servicio de agua potable ni luz eléctrica. Puedo ver también a veintidós carpas para damnificados, algunas motos lineales, pocos carros particulares, algunas combis destartaladas, camiones de ayuda humanitaria y varios bomberos.

Veintidós carpas para damnificados ubicadas en la Plaza Italia.
Cerca de esta plaza, en el jirón Cangallo, el lunes 3 de marzo, alrededor de las 6 de la tarde, empezó un incendio que, hasta ahora, viernes 7, no se puede controlar del todo, y al parecer, según los especialistas, recién el domingo 9 se podrá apagar el fuego que ha consumido ya más de cuatro almacenes clandestinos.
Trato de acercarme al punto donde empezó el incendio, pero es imposible porque las calles angostas están inundadas y además oscuras. Hay policías por todos lados que impiden el paso a los espacios donde el martes 4 se desplomó un edificio de unos siete pisos. Hasta ahora hay más de cuatro edificios cuyas estructuras han colapsado y otras dos están debilitadas por el fuego que no cesa.

Bomberos regresando a la Plaza Italia después de combatir un día más el fuego.
Entro a un pasaje muy angosto con un poco de miedo. Todo está oscuro y de una de las quintas aparece un anciano con una vela encendida y me conmueve. Es imposible no recordar los apagones de la infancia, cuando mis padres hablaban de los tiempos oscuros del terrorismo.
En aquellas épocas, los apagones no eran una sorpresa. Lima quedaba sumida en la negrura y las velas parpadeaban como pequeñas luces artificiales en los hogares. Hoy nuevamente las casonas centenarias de Barrios Altos, vuelven a ser presas de la misma oscuridad por culpa de un incendio cuyos responsables se lavan las manos.
Hasta hora las investigaciones no concluyen para dar con los causantes de esta tragedia que enluta a decenas de familias.

Presencia de la Dirección General de Gestión del Riesgo de Desastres y Defensa
Nacional en Salud (Digerd) frente al incendio en de Barrios Altos.
A la altura de la Maternidad de Lima, los vecinos de una quinta ubicada en el jirón Santa Rosa, corren como pueden para retirar sus cosas ante el riesgo de que el fuego pueda también devastar sus viviendas.
Detrás de la quinta, el fuego no cede. Un resplandor naranja tiñe el humo espeso mientras los vecinos corren, desesperados, por salvar lo poco que tienen.
Las sirenas de los bomberos retumban en las calles, y el suelo mojado está lleno de agua aceitosa que impide que los vecinos puedan retirar sus cosas sin problemas.
Sigo observando algunos pasajes y callejones tristes. Escucho que hay bomberos en los hospitales cercanos por haber respirado humo tóxico. Noto que mucha gente hace lo que puede por ayudar a los damnificados. Hay vecinos que entregan agua para beber a los bomberos y policías.

Camión de Ayuda Humanitaria en tiempos de crisis
Los bomberos hacen lo que pueden, pero el incendio es enorme y parece incontrolable. El tiempo pasa y las llamas siguen iluminando. Descubrimos que Lima es una ciudad que aún no aprende a protegerse del fuego, el mismo que deja en descubierto la precariedad en la que viven cientos de familias en las quintas de Barrios Altos.
Ahora la reconstrucción no solo depende de los damnificados sino de las autoridades, de quienes se espera respuesta y un accionar que marcará la diferencia entre el olvido o una solución para evitar este tipo de tragedias.