Todos los años, en octubre, miles de devotos del Perú y el extranjero llegan a las faldas del nevado de Coropuna en Arequipa para recibir las bendiciones de la también conocida como la Virgen del Sombrero
Escribe Natali Valenzuela
Algunos afirman que, cuando nacemos, tenemos el destino marcado. Alfonso Cárdenas es una evidencia de esto. Ocurre que, desde que era pequeño, exactamente a los cuatro años, se dedicó a servir a la parroquia de Santa Úrsula de Viraco, ubicada en la provincia de Castilla en el distrito de Viraco, Arequipa. Era el pequeño monaguillo del padre Felipe Gamero, a quien ayudaba en todas las misas y en otras tareas dentro de la iglesia.
Alfonso Cárdenas a los 12 años estudiaría, nada más y nada menos que en el colegio secundario del convento de La Merced y después seguiría sus estudios superiores en la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa. A pesar de que en esta etapa de juventud los libros lo llenaron de conocimientos también lo alejó un tiempo de su vida espiritual, por motivos circunstanciales en su adultez experimentaría un momento de fe durante el terremoto del 2001. ¿Recuerdan que al inicio dijimos que nacemos con el destino marcado?
Su fe lo acercó más a Santa Úrsula
Fue un 23 de junio, del 2001, cerca de las 4 de la tarde, cuando los cimientos de la iglesia Santa Úrsula en la plaza de armas de Viraco, temblaron y las torres se quebraron por un sismo de magnitud 6,9 en la escala de Richter.
Alfonso Cárdenas, junto a un grupo de sobrevivientes del terremoto, entre ellos su familia, se encargaron de restaurar las torres de la parroquia. El 2003, Alfonso Cárdenas lideró, junto con los miembros del consejo parroquial, el trabajo de adornar con pan de oro el altar de Santa Úrsula y con cada labor que realizaba en el pueblo su fe seguía creciendo. Sentía otra vez, la misma devoción que cuando era un adolescente.
Un dolor en la columna, en el 2012, lo acercó más a Santa Úrsula, también conocida como la Virgen del Sombrero. Tras pasar resonancias magnéticas, ecografías y varios chequeos en todas las áreas posibles, los médicos le diagnosticaron tuberculosis a los huesos, la unión de dos males como la artritis y osteomielitis.
La única solución era una operación. De aquel momento, Alfonso Cárdenas recuerda que, en una oportunidad, su padre preocupado le pidió que no saliera a la calle, que se quedara en casa. No quería que la gente del pueblo lo viera así de mal.
Mantuvo el dolor durante seis años, pero no estaba seguro si esa resistencia duraría para siempre y decidió, finalmente, operarse, pero la visita de su primo médico Berlín Abarca lo haría desistir de esa decisión. “Si ese dolor lo soportaste por tantos años, entonces lo puedes seguir soportando de por vida, porque tú no sabes lo que puede pasar, vas a entrar en una silla de ruedas a la sala de operaciones, pero no sabes cómo vas a salir de ahí”, le dijo.
Las palabras de su primo lo sumergieron en una red de interrogantes. Alfonso Cárdenas dejó, entonces, su vida en manos de Santa Úrsula. Le rezó día y noche para que ella tome la mejor decisión para él. Así que, por impulso o como si la Santa le hubiera susurrado al oído, un día antes de la operación, se escapó del hospital. Tuvieron que buscarlo con policías para que dejaran constancia que se fue por voluntad propia del hospital. El castigo: no recibir atención médica por un año.
Durante ese año, Alfonso tuvo tiempo para reflexionar y luego decidió volver a hacerse nuevos análisis, en específico, una endoscopia. Le hallaron unos pólipos en el estómago y los médicos actuaron rápido para retirarlos. Alfonso salió del hospital como si el dolor se hubiera desvanecido en el aire por completo, sin molestia. Hasta el día de hoy se va a hacer el mismo procedimiento de limpieza de colón, los dolores intensos de espalda se fueron, ahora se siente sano y fuerte.
Para nuestro querido exmonaguillo, Santa Úrsula le hizo el milagro, milagro que agradece con labores sociales para el pueblo y ofrendas a Santa Úrsula de Viraco, pero también con acciones que buscan extender la devoción por la Santa del Sombrero.
Alfonso Cárdenas ha creado una página en Internet con el nombre de Asociación cultural Viraco Arequipa en el cual publica todo acontecimiento que interese a sus seguidores de diferentes lugares del Perú y del extranjero, la fecha más activa en sus redes es en octubre.
En octubre Viraco es fiesta
La imagen de Santa Úrsula de Viraco se encuentra ubicada en la plaza de armas en la parroquia que lleva su nombre. Todos los años, en octubre, llegan miles de devotos a visitarla durante los cinco días de celebración, del 20 al 25 de octubre.
Visitantes de Lima, de algunas provincias y del extranjero llegan por la bendición de la Virgen del Sombrero. La manera en la que realizan esta festividad es tan grande como la de un carnaval. Comienza la madrugada del 20 de octubre. Le dicen la primera alba. Los preparativos para homenajear a la santa inician desde temprano. Un camino de pólvora y cuetecillos recorre casi todo el pueblo hasta llegar a la plaza para luego encenderlos, también van armando dos altares en el frontis de la iglesia con muchas banderas.
Los homenajes son incontables, bandas musicales que llegan uno detrás de otro y se colocan frente a la parroquia para brindarle una serenata a su patrona. Al ser varias bandas de música, siempre hay una confrontación amistosa o mejor dicho un contrapunteo entre ellas.
Se va asomando el sol entre las montañas. Los fieles salen al medio de la pista, se sujetan de las manos y comienzan a bailar a jaloneos con una fuerza impresionante. Otros pobladores se encargan de servir el “calientito”, una bebida que da la sensación de ardor en la boca y que hace incrementar la temperatura, perfecto para el frío de Viraco. Una mezcla de música y explosiones le dan la bienvenida al primer día de celebración.
Antes del mediodía. En las casas de los padrinos de los japeros (lugareños que se visten de militares y hacen cosas graciosas para animar a los asistentes), allí se sahúman los ponchos, sombreros, la vestimenta de los caballos, la vestimenta de los ahijados, adornos, etc. Se hace un pago a la madre tierra (Pachamama) y al apu Coropuna para poder iniciar el recorrido de Santa Úrsula en el que se forman detrás de ella los ahijados montando sus caballos.
A la medianoche, los asistentes bailan alrededor del japo, un hongo que crece en la cordillera y sirve para la fogata. Los castillos se iluminan y la melodía de los cuetes acompañan a las bandas, mientras los presentes bailan sin cansancio hasta el amanecer.
El segundo día de celebración es considerado el día central. Los pobladores lo reciben con el izamiento de la bandera de Viraco y le sigue la misa más esperada por los devotos.
Todos llevan sus mejores trajes, llegan de Lima, de otras provincias, extranjeros, peruanos que emigraron a todas las partes del mundo. La iglesia queda tan pequeña ante la multitud de creyentes. Están presentes hasta seis párrocos y un obispo para la ceremonia.
Al terminar la misa, todos salen a ver el desfile organizado por los diputados, padrinos y promociones de exalumnos del colegio principal de Viraco. Se respira felicidad, se ven abrazos que parecen no haberse dado en una eternidad, y se contagia la necesidad de bailar. Por la tarde, se realiza una pelea de gallos y en la noche continúa el jolgorio.
El tercer día, día de la bendición, Santa Úrsula da su último paseo por el pueblo de Viraco, hasta llegar al atrio de la iglesia donde la esperan todos los feligreses entre lágrimas. Agradecen, piden la bendición y el ansiado milagro. Saben que es su última salida hasta el próximo año.
Ese momento en el atrio se escoge a los siguientes encargados para el próximo año, subastan los sombreros de Santa Úrsula, entre otras cosas bendecidas, reparten también los trajes para los toreros, pues Viraco es considerada la capital taurina del sur del Perú. La Virgencita del Sombrero se despide con tres venias, la llevan al interior y desarman los dos altares del frontis para bailar de amanecida.
El cuarto día es la primera corrida de toros con toreros extranjeros. Por la mañana, entre risas y adrenalina, inicia la pasión viraqueña. Se ve corriendo a los toros por las calles y delante de ellos van hombres de todas las edades.
Por la tarde, en la plaza de toros Santa Úrsula de Viraco se da inicio a la corrida mientras se turnan las diferentes bandas en cada extremo para ambientar, creando una combinación de músicas en vivo. El quinto día también tiene una tarde taurina, lo que lo distingue es la participación de los toreros nacionales y los valientes aficionados. Aquí también se comparte la tradición española, pero con un estilo propio de los viraqueños.
Conociendo la tradición
Conocí a Santa Úrsula por mis tíos, primos de mi abuelo, quienes nacieron en el distrito de Viraco. Siempre fieles a la virgen, todos los años hacen un viaje al lugar que los vio nacer. Recuerdo nuestra primera visita en el 2011. Fui con mis padres, hermanos, tía, primos y mi abuelita. De Viraco recuerdo, también, su clima, su paisaje verde por las chacras y blanco por el majestuoso nevado Coropuna, pero recuerdo de manera especial el pan viraqueño que hasta el momento no me cansaré de decir que es el mejor pan que he probado. Lo pido cada vez que mi tía y mi abuelita van para esas fechas, lástima que por la cantidad de visitantes se acaban rápido.
Así como hay muchas personas que creen en Santa Úrsula, también hay creyentes de San Martín de Porres, El Señor de los Milagros, La Virgen de la Candelaria, Virgen del Carmen, Virgen de la Puerta, entre otros Santos Venerables que compartimos en nuestra cultura. Sin duda, es una muestra de la religiosidad que se ve en nuestro hermoso Perú.