Las alumnas del colegio Miravalles se han llevado una grata experiencia: plasmar con palabras historias reales y emocionantes.
Escribe María Fernanda Bocanegra Crisóstomo - Miravalles
Las alumnas del colegio Miravalles nos preguntábamos qué íbamos a hacer en aquellas tardes después de las clases habituales. La curiosidad estaba en el aire y se veían muchas caras ansiosas por empezar ya, porque nos dijeron que iban a venir gente de la universidad.
Se trataba de un taller que impartirían los periodistas universitarios de “Díatreinta.com” de la Universidad Privada del Norte. Se trataba de un espacio bastante dinámico en el cual nos enseñaría herramientas para contar historias reales.
Yo me sentía fascinada porque iba a tener la oportunidad de escribir una crónica que tal vez iba a ser leída por miles de lectores.
Los profesores lucían muy amables y regalaban un saludo a las estudiantes que ingresaban al salón.
Las niñas, al principio, se les podía ver con un poco de timidez y curiosidad, pero que, con el paso de las horas, se iban desenvolviendo con las diferentes actividades que hacían, como, por ejemplo, escribir historias con dinosaurios, fantasmas, concursos de karaoke debajo del mar, entre muchas cosas, más que sus brillantes mentes imaginaban. Estábamos aprendiendo a escribir.
Díatreinta en el colegio Miravalles
Las estudiantes se veían felices de crear y contar estas maravillosas historias, todas llenas de magia y fantasía, y los encargados de impartir este curso no se quedaban atrás, pues también se les veía emocionados con las historias que escuchaban de sus estudiantes.
Al terminar las actividades explicaron los elementos para hacer una buena crónica y las niñas prestaban atención en todo momento a estas importantes sugerencias.
Todas trabajaron con mucho empeño y contaron sus cosas y las cosas de otros. Entrevistaron a personajes y armaron escenas curiosas en el papel mediante la escritura.
Las chicas están muy contentas con todo lo aprendido. Están seguras de que ahora sí pueden contar y hacer unas maravillosas crónicas, llenas de emoción y de información, pero, sobre todo, se han llevado una linda experiencia, un regalo: La magia de escribir.