Vóley: la cancha donde se forja el carácter
- Gabriela Zevallos
- 18 mar
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 20 mar

El vóley no es solo un deporte, es una escuela de vida. Dentro de la cancha, cada movimiento, cada jugada, cada decisión que tomas define el rumbo del partido, pero también moldea la persona en la que te conviertes. No se trata solo de ganar puntos o evitar que el balón toque el suelo, sino de desarrollar fortaleza, perseverancia y valentía. El vóley te forja, no solo como atleta, sino como ser humano.
Escribe Gabriela Zavallos - Redactora web de La República
El vóley no es solo un deporte, es una escuela de vida. Dentro de la cancha, cada movimiento, cada jugada, cada decisión que tomas define el rumbo del partido, pero también moldea la persona en la que te conviertes. No se trata solo de ganar puntos o evitar que el balón toque el suelo, sino de desarrollar fortaleza, perseverancia y valentía. El vóley te forja, no solo como atleta, sino como ser humano.
Estar en un partido es como enfrentarse a la vida misma: una prueba constante de resistencia, estrategia y decisión. Si dejas caer el balón, el otro equipo se lleva el punto. En el mundo real, esto se traduce en la forma en la que construyes tu futuro. El campo de juego representa la sociedad, y el balón simboliza los sueños, las metas y los retos que enfrentas cada día. No puedes permitirte soltarlo, porque hacerlo significa rendirse antes de tiempo, dejarse caer sin haber luchado hasta el final.
El vóley te enseña disciplina y compromiso. La puntualidad, la responsabilidad y la empatía son valores que no solo se practican en los entrenamientos y partidos, sino que se trasladan a la vida diaria. Aprendes que el esfuerzo individual es importante, pero que el trabajo en equipo es lo que marca la diferencia. No siempre se trata de brillar solo, sino de confiar en tus compañeros, de aprender a recibir, a levantar y a atacar juntos.
El vóley te muestra que en la vida siempre habrá obstáculos. Cada vez que intentas un ataque, hay manos al otro lado de la red esperando bloquear tu paso. Muchas veces te enfrentarás a barreras, a personas que tratarán de detenerte, de impedir que alcances tus sueños. Sin embargo, lo importante no es el bloqueo en sí, sino la forma en la que reaccionas. Puedes dejarte vencer por el miedo, o puedes aprender a esquivar, a cambiar de estrategia o buscar nuevas oportunidades para superar cualquier desafío.

No hay tiempo para lamentaciones, pero sí para aprender de los errores. Cada mala recepción, cada saque fallido, cada punto perdido es una oportunidad para mejorar. Los errores no te hacen débil, al contrario, te fortalecen. Te recuerdan que eres humano y que cada tropiezo es una lección valiosa. Cometer errores no significa que hayas fracasado, significa que estás en el camino del aprendizaje, que estás creciendo, que eres mucho más fuerte de lo que alguna vez imaginaste. Cometer errores y aprender de ellos es de valientes.
El vóley no solo es un juego, es descubrirte a ti mismo. Te ayuda a encontrar esa parte de ti que aún no conocías, la parte que lucha, que se esfuerza, que se cae pero se levanta al instante. Es el reflejo de la vida misma, donde cada set, cada punto y cada jugada cuentan. Al final, no importa cuántas veces caigas, sino cuántas veces te levantes para seguir adelante. Por eso, yo siempre juego vóley. Por eso, has que tu vida sea como el vóley. No te rindas.