Cambiemos de actitud y hagamos un esfuerzo para poner mayor atención cuando las profesoras estén explicando.
Escribe Dora Luciana Mogollon Inca - Miravalles
Hoy quiero hablarles de algo que me hace pensar mucho cuando estoy en clase. No sé si a ustedes les pasa; pero, a veces, observo con mucha atención a las profesoras, especialmente, a aquellas a las que pocos le hacen caso. Cuando las observo me siento extraña, como si algo no estuviera bien. Me pongo a pensar, ¿cómo se sentirán ellas? ¿Qué pensarán cuando ven que las chicas no le prestan atención?
Hace días, durante la clase de Razonamiento Verbal, noté que algunas de mis compañeras estaban más interesadas en sus tareas o actividades de otras clases o en hablar entre ellas que en la explicación de la profesora.
Yo también he hecho eso a veces, pero esta vez fue diferente. Vi la cara de la profesora y por un segundo me imaginé cómo se sentiría al ver que su esfuerzo parece en vano. ¿Será que se sienten frustradas? ¿Tristes? ¿O simplemente ya están acostumbradas?
Sentimiento de la profesora con su clase distraída
¿Qué harían ustedes si fueran la profesora de Ciencias Sociales o de cualquier otro curso y nadie las escuchara? ¿Seguirán explicando con la misma energía? Me pregunto si las profesoras vuelven a sus casas pensando en lo que pasó en clase. ¿Se sentirán desanimadas o buscarán nuevas formas de captar nuestra atención?
Es fácil olvidar que detrás de cada maestra hay una persona con sentimientos, igual que nosotras. Ellas también tienen días malos y buenos; pero creo que, a veces, no nos damos cuenta de esto. Me pregunto, ¿qué pasaría si todos en clase nos esforzamos un poquito más en escucharlas? ¿Cambiaría la forma en que las profesoras enseñan? ¿Haría que ellas se sintieran más valoradas?
Atención en clase
Creo que podemos hacer la diferencia con pequeños gestos, como prestar atención, hacer preguntas o simplemente demostrar interés. ¿Les gustaría a ustedes que, si estuvieran en su lugar, no las tomaran en cuenta?
Así que la próxima vez que esté en clase y vea a una profesora a la que muy pocas le hacen caso, voy a intentar ponerme en sus zapatos. Quizá, si más de nosotras lo hacemos, podamos cambiar un poco la dinámica y hacer que tanto las profesoras como nosotras mismas disfrutemos más de las clases. ¿Se habían puesto a pensar en esto alguna vez?